Vender mi casa o seguir pagando un crédito Hipotecario
Una persona me preguntó si era mejor vender mi casa o seguir pagando un crédito hipotecario. Después de pensar un rato y buscar algunas alternativas, recordé lo que a mi me había pasado hace algunos años y que me gustaría compartirles.
Cuando me casé, la primer casa donde vivimos era rentada; no era mi plan de vida pues siempre pensé en casarme hasta tener mi propia casa… Pero debo decir que la vida y mi novia en ese entonces (ahora mi esposa) hicieron que “cambiara” de opinión, pues tardaría varios años en poder ahorrar el dinero suficiente para comprar una casa y podernos casar.
Nos casamos, y no fué hasta después de tres años y el nacimiento de mi primer hijo, que pudimos comprar una casa en un lugar bonito; frente a un pequeño parque y a 1 cuadra de un parque más grande; había mucha seguridad y vigilancia en la entrada, así que mi familia estaba segura 24 horas, 7 días a la semana.
Mi hijo y mi esposa podían salir al parque sin mayor preocupación; hasta cruzar la calle dejó de ser un problema, pues con menos de 80 casas no había mucho tráfico.
Me gustó mucho y me sentía feliz con la casa y su ubicación.
Debo reconocer que tuvimos que hacer un gran esfuerzo para poder comprarla por medio de un crédito hipotecario y un dinero que teníamos guardado; la estuvimos pagando durante 4 años si faltar un solo mes, incluso se hicimos abonos a capital para reducir el tiempo del crédito.
De pronto y sin darme cuenta, después de laborar durante 10 años en la misma compañía, me vi sin trabajo porque la empresa se fué a huelga y finalmente cerró de forma definitiva; sobra decir que no me dieron un centavo de liquidación o finiquito.
Después de muchos años, me ví en la necesidad de buscar un trabajo. Labor que representa un “trabajo” de tiempo completo, pues hay que esforzarse mucho y dedicarle tiempo a escribir, estudiar, leer, hacer contactos, buscar referencias y estar pendiente de nuevas oportunidades.
Ese proceso de búsqueda duró casi 12 meses, así que me acabé los ahorros, empecé a vivir de algunos préstamos personales, luego usé las tarjetas de crédito y al final tenía muchas deudas, además del crédito Hipotecario de mi casa “soñada”.
Finalmente conseguí un trabajo donde ganaba bastante menos que en el anterior, además de que los pagos mensuales de todas las deudas que había adquirido, eran altísimos.
Entré a niveles de orden y austeridad donde no gastaba un centavo adicional a lo indispensable, todo para poder ir pagando mis deudas y poder conservar la casa.
En un momento de “inteligencia” económica (al menos eso pensé en ese momento), decidí solicitar un segundo crédito hipotecario para pagar todas mis deudas personales y de tarjeta, con lo que me nivelé y pudimos conservar la casa.
Trabajaba para abonar las 2 hipotecas; no salíamos de vacaciones, ni al cine, ni al parque, de hecho me estacionaba a 5 cuadras de la Iglesia porque no podía disponer de 5 pesos para darle al “viene viene”.
Estaba “feliz” con mi casa, pero no me sentía del todo bien por tener tan limitada a la familia, además era triste cuando mis hijos me preguntaban, ¿cuándo vamos al cine? o al regresar a la escuela después de vacaciones, me decían “Dianita contó que fué a Disneylandia de vacaciones y que está muy bonito, y Luis fué con su familia a Acapulco… ¿cuándo vamos nosotros?“.
Se me hizo un nudo en la garganta y me puse a reflexionar sobre si realmente valía la pena hacer tanto esfuerzo y sacrificio para mantener una casa que según yo me hacía feliz a mi y a mi familia.
Finalmente me puse a hacer una proyección de ingresos y egresos y me dí cuenta que si seguía sin salir ni gastar “nada de nada”, lograría salir de deudas en 4.5 años… Pero sin salir ni al parque.
Alguien propuso vender mi casa, pagar todo y empezar de nuevo. Sobra decir que “casi lo mato”… cómo es posible que alguien me diga que venda mi casa!! es todo lo que tengo; además mis papás llevan 40 años viviendo en el mismo lugar, yo no puedo vender mi casa, tengo que seguir su ejemplo… si no lo hago seré un fracasado.
Esos eran los pensamientos que me agobiaban todos los días y todas las noches.
Al cabo de un tiempo me dí cuenta que estaba muy aferrado a las cosas materiales y sacrificando a mi familia con muchas limitaciones.
Seguí pensando y pensando, hasta que me dí cuenta que mantener la casa me estaba saliendo muy caro, pues tan solo de intereses estaba pagando casi 17,000 pesos en total, solo por no vender mi casa.
Al final mi esposa y yo, platicamos y decidimos ponerla en venta para volver a empezar.
Resulta que un vecino estaba interesado, así que un día negociamos, llegamos a un acuerdo y se vendió “mi casa soñada” en menos de 6 semanas.
Con el dinero de la venta se pagaron los 2 créditos hipotecarios y la deuda de una tarjeta de crédito que había empezado a crecer, así que guardamos lo que “sobró” para empezar a ahorrar y pensar en comprar otra casa en un futuro.
Un amigo, con el afán de animarme, me dijo “hoy estás tu en necesidad de vender barato, mañana que tu quieras comprar, habrá otra persona en tu misma situación y podrás comprar algo mejor a buen precio“.
Resulta que al cabo de 3 años encontramos una casa más grande, más barata, bonita y con la mitad de los intereses que pagaba por la otra; claro que no estaba frente al parque… Pero si había uno a pocas cuadras.
Durante esos tres años de ahorro fuí con la familia a Disneyland, viajamos más, empezamos a ir al cine, nos divertimos (sin gastar más de lo que gano) y me dí cuenta que las cosas materiales vienen y van, que los bienes son para remediar los males y ser feliz. No debemos aferrarnos a las cosas; las cosas son para usarlas no para que nos esclavicen.
Platico mi historia porque tal vez pueda servir a otras personas que están aferradas a sus cosas “soñadas” pero materiales, tal como lo estuve Yo; analicen si están pagando mucho más dinero del que tendrían que desembolsar si decidieran “separarse” de su maravillosa casa, auto, moto, o cualquier otra cosa material que les impide recibir cosas nuevas.
Dice un proverbio “Si quieres recibir algo nuevo, primero tienes que abrir tus manos, soltar lo que tienes agarrado para tomar lo nuevo“.
De verdad que no quería vender mi casa, pero viendo hacia el pasado, hoy me doy cuenta que fué la mejor decisión.
Tal vez te convenga pensar si realmente vale la pena seguir pagando tanto dinero solo por mantener una casa que entiendo tiene valor sentimental, pero nada tiene mas valor que la tranquilidad, felicidad y unión de tu familia; considera… Solo considera por un instante que tal vez sea mejor venderlo y volver a empezar.
No me digas que “NO” como lo hice yo. Por un instante NO uses el corazón, piensa usando la cabeza y la razón… después toma la decisión que sea mejor para ti y tu familia.
Ingeniero con mas de 15 años de experiencia en temas de Infonavit, Cofinavit, Apoyo Infonavit, mejora de hipotecas tanto de Infonavit como con bancos. Comparto información sobre tus derechos como deudor para manejar crisis financieras personales y buscar alternativas para salir de ellas; el estrés y el miedo hacen mucho daño!!!.